La escritura literaria es un oficio al que suele otorgársele el lugar común de la soledad; sabemos de alguien que es escritor, y de inmediato lo imaginamos aislado del mundo, escondido entre un montón de libros y una computadora con un documento en Word eternamente abierto. En parte, todo hay que decirlo, esto es cierto: el escritor es un trabajador que por temporadas evita cualquier cosa que lo distraiga de la escritura. Sin embargo, por fortuna esto no sucede siempre, porque el escritor, y en especial el aspirante a serlo, necesita no solo de un lugar tranquilo para ejercer la imaginación, sino que también necesita de una compañía conformada especialmente por otros que, como él, desean atravesar el camino de la creación literaria.